En este artículo le vamos a hablar de los seis pueblos místicos de Oaxaca que debe visitar en compañía de su familia:
Capulálpam
Es una de esas ciudades cercanas al cielo por su altitud de 2.000 metros, así como por la armoniosa convivencia de sus habitantes, el entorno natural y el medio construido. Quien pasee por Capulálpam se sentirá al instante en un pequeño pueblo alpino que revela gran parte de su color autóctono porque está rodeado de colinas y bosques y nubes blancas. Sus habitantes están orgullosos de su ascendencia, hablan zapoteco y sienten un profundo respeto por el medio ambiente.
Huautla de Jiménez
Hay un pueblo en la región Mazateca que está envuelto en niebla con aroma a tierra húmeda, cuevas profundas y ceremonias ancestrales. Este pueblo se siente atraído por el verdor que sigue a las montañas mientras sube y baja. Aquí se escuchan las plegarias que dieron renombre a la sacerdotisa María Sabina, junto con los sonidos de la naturaleza. También son audibles los ecos procedentes de las profundidades de la tierra. Cualquier visitante de la Mazateca nunca olvidará disfrutar de una taza de excelente café sentado en una butaca de la plaza principal.
Juquila
Juquila, el sitio donde la madre de Dios decidió atender las plegarias de los devotos que, persistentes y llenos de esperanza, cantan, bailan, interpretan música y le ofrecen todo tipo de presentes.
Mazunte
En la costa oaxaqueña, Mazunte es lo que busca; la promesa de playa, sol y mar se cumple con creces aquí. Al llegar a este caserío costero, verá palapas que sirven de restaurantes, modestos hoteles y construcciones que conservan materiales naturales como la madera, el adobe y la palma. Las tortugas deciden volver aquí cada año porque allí el agua les calienta sus patitas.
San Pablo Villa de Mitla
En los Valles Centrales surge un Pueblo Mágico con un centro ceremonial que comparte parte de su devoción con la Iglesia de San Pablo Apóstol, donde los fantasmas de sus antiguos pobladores aún pueden sentirse entre las ruinas de la antigua ciudad zapoteca. Un mercado al aire libre en el centro de la ciudad vende los productos que dan vida a sus habitantes: mezcal y textiles. Las aguas sulfurosas que producen destellos anaranjados y las cascadas petrificadas son otra opción.
Teposcolula
El pueblo mixteco de Teposcolula está protegido por una capa de nubes y, desde lejos, parece como si el techo de su enorme convento dominico lo hubiera tocado. Se pueden observar los rayos del sol atravesando los muros. Otros vestigios de la época colonial son visibles a través de sus calles empedradas, pero lo que atrae una y otra vez es la amabilidad de sus gentes.